Invoquemos a nuestro Dios, nuestro poder mayor, nuestra
mejor naturaleza:
Dios Creador, estamos inmensamente agradecidos por tu bondad
al renovar nuestras vidas a través de los frutos de la tierra. Hoy te damos gracias por los alimentos que han sido
preparados para todas y todos nosotros y por saber de dónde vienen también,
realmente.
Sabemos que vienen de granjas y campos con los cuales hemos
sido beneficiados; y reconocemos que lo más seguro, es que estas tierras alguna
vez también fueron expropiadas de otros pueblos.
Sabemos que nuestro almuerzo, nos llega de manos de hombres,
niños y mujeres que seguramente no recibieron sueldos justos por su sacrificio
y su trabajo. Te pedimos, Señor, que a ellos también les llegue muy pronto tu
justicia. Ayúdanos a comer justamente, para que tu bondad llegue a
todas y todos al mismo tiempo.
Esta sustancia que con toda tranquilidad hoy consumimos, es
la abundancia que debe ser compartida con todas y todos, especialmente aquellos
que sufren de hambre y sed. Dios sabe que los que aquí estamos, no tenemos esas mismas necesidades, pero sí tenemos hambre del amor comunitario, por eso, ¡comamos
juntos! Pidiendo que este encuentro sea sano para nosotros y para el
mundo.
Damos gracias por todos los que cuidaron, sembraron, cosecharon,
empacaron, transportaron y prepararon nuestros alimentos, que hoy se convierten
en un banquete en nuestros platos.
Oramos por la tierra y por los que tienen hambre. Que todas
y todos puedan compartir esta abundancia.
Oremos para que siempre tengamos
hambre y sed de justicia.
¡Amén!
Fuente: (traducido y adaptado) Faith at the End of the Fork, Conference, Rockford,
Illinois. USA. 2012.